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Al final del tercer siglo, la Guerra civil había separado el Imperio, dejando sus fronteras vulnerables a invasiones bárbaras. Los romanos viviendo en las provincias lejanas estaba a su propia suerte, por lo que resolvieron constituir sus propios ejércitos y nombrando a sus propios emperadores. En medio de estas divisiones surge Aureliano, un hombre que iría desde soldado raso hasta convertirse en emperador de Roma.